Coreógrafo de experiencias, escultor de la luz
El costarricense García Saxe es uno de los arquitectos centroamericanos cuya visión y trabajo se han expandido con mayor rotundidad. Sus propuestas proponen una nueva lectura de los espacios que habitamos.

¿Cuál es la filosofía que sustenta tu arquitectura?
Recuperar el sentido común y proporcionar felicidad. La arquitectura es un reflejo de lo que pasa en nuestra sociedad, y los valores han cambiado. Hoy, en vez de ver la arquitectura como algo que nos ayuda a vivir mejor, lo vemos como la forma de adquirir un objeto y una posición social. Lo que nosotros tratamos de hacer es repensar y preguntarnos cuál es el verdadero objeto y función de nuestro trabajo, pero siempre desde un punto de vista humano. La función forma parte de lo racional pero nos interesa replantear nuestro trabajo desde un punto de vista emocional y casi instintivo para saber qué es lo que más nos gusta y qué nos ha hecho felices en el pasado y actualmente. Prestamos especial atención a aquellas obras arquitectónicas que han perdurado en el tiempo y que todavía hoy son dignas de admiración por su belleza.
¿La arquitectura en Centroamérica está muy alejada de estos principios?
Algo relevante en nuestro trabajo en Latinoamérica y Centroamérica es trabajar desde la naturaleza, pues es nuestra belleza lo que nos mueve. Tratamos de capturar un atardecer en la playa o la luz a través de las hojas, ya que son momentos que nos inspiran y que siempre lo han hecho. Es una forma de trabajar en la que le recordamos a nuestros clientes la belleza que nos rodea.
¿Esta forma de ver la arquitectura es mayoritaria?
La mayoría de las veces nuestros clientes no entienden bien lo que es la arquitectura y lo interpretan como comprar un automóvil, como comprar una marca. Creo que a veces nos enfrascamos en ser una marca para poder vender nuestro producto pero también creo que cada vez hay más arquitectos trabajando para darle calidad de vida a la personas. Para mí está claro que esa calidad pasa por brindar un mejor espacio para existir. Eso atrae, porque la belleza atrae. Hoy en día, tanto en la arquitectura como en otras artes como la danza -mi esposa es bailarina- la belleza tiende a perderse en la subjetividad. Yo sí creo que hay una belleza que trasciende, lo que es bello para muchos, que se puede encontrar y que puede perdurar en el tiempo. Tratamos de buscar esa belleza. Tal vez menos complicada, más sencilla, menos teórica y a veces aprendida de la arquitectura histórica.
Tras trabajar como socio de Richard Rogers en Inglaterra creaste tu propia firma en Costa Rica. ¿Trabajas a nivel local y/o regional?
En un principio pensé que nuestra firma iba a trabajar a nivel regional pero parece que en otras partes del mundo también se valora esta forma de hacer arquitectura. Estamos creciendo y haciendo proyectos de todo tipo. Uno de estos es la primera vivienda unifamiliar de certificación LEED platinum Líder en Diseño Energético y Medioambiental, por sus siglas en inglés en Latinoamérica. No buscamos certificaciones para justificar nuestro trabajo pero a los clientes esto les agrada mucho.

No lo buscan pero esos reconocimientos supongo que son un impulso para seguir trabajando en esta línea.
Es cierto. También es cierto que en Latinoamérica hay oportunidades que en el pasado no eran tan claras. Trabajando en Inglaterra no pensé que podría haber tantas posibilidades de trabajo o demanda de diseño en Latinoamérica.
NOS INTERESA REPLANTEAR NUESTRO TRABAJO DESDE UN PUNTO DE VISTA EMOCIONAL PARA SABER QUÉ ES LO QUE NOS GUSTA Y QUÉ NOS HA HECHO FELICES EN EL PASADO.
¿Qué arquitectos jóvenes de esta región crees que pueden contribuir a este cambio?
No he estado tan involucrado con otros arquitectos pero, por ejemplo, tengo un amigo en Nicaragua, Matthew Falkiner, de quien admiro su trabajo. En Costa Rica hay una firma que se llama Entre Nos que también me gusta; pero no hay mucho. Como te digo, hay muchas oportunidades porque no hay tanta gente trabajando en esta línea en la que hay demanda. Lo que se ofrece es muy comercial, muy pesado, con mucho concreto, mucho vidrio, aire acondicionado y, en definitiva, con un estilo de vida importado de otras latitudes que no va muy bien con nuestros climas tropicales. Cuando proponemos en la arquitectura contemporánea otros sistemas de ventilación como la cruzada, la gente piensa que es algo muy innovador; nada más lejos, se trata de lo más obvio, lo que se ha utilizado siempre y funciona.
¿Cómo te imaginas o cómo te gustaría que fuera el panorama arquitectónico centroamericano de aquí a unos diez años?
A mí me gustarían varias cosas. La primera es que se creen edificios más inteligentes a nivel de diseño y sin el uso de tecnologías ni de energía. Es decir, que las propias construcciones acojan o rechacen la luz del sol, el viento etc. Sí creo que hay arquitectos y estudiantes que están pensando en esta línea para disminuir el consumo. Ya se está introduciendo a nivel mundial y en las escuelas de arquitectura. Por otro lado, deseo que podamos preservar nuestros recursos naturales.
ANTES DE DISEÑAR PREGUNTAMOS A LOS CLIENTES POR ESOS MOMENTOS QUE LES DAN PLACER. LES PREGUNTAMOS CÓMO QUIEREN SENTIRSE, CÓMO QUIEREN RELACIONARSE CON LAS DEMÁS PERSONAS QUE HABITAN EN EL ESPACIO.
Tienes una labor didáctica.
Prácticamente el 90% de mi tiempo lo dedico a la enseñanza de principios y valores. Incluso a veces existen esos valores en los clientes pero no son consecuentes con la práctica, por desconocimiento, básicamente.
¿Crees que en un futuro tendremos ciudades tan agradables para vivir como para no tener que huir de ellas?
El crecimiento de las ciudades es inevitable y creo que el reto está en humanizar la ciudad, hacerla más eficiente y al mismo tiempo tratar de proteger la naturaleza que nos queda. Si seguimos insistiendo en vivir en las periferias de las ciudades, como hemos visto en ciudades del sur de Asia y China, acaba fundiéndose una ciudad con la otra y no queda nada. No es malo la unión de los seres humanos siempre y cuando se considere humanizar, enverdecer y hacer más eficiente el espacio. Otra de las cosas buenas de la urbanidad es que podemos democratizar el espacio verde y compartir los parques, frente a la idea de que cada uno se construya su propio parque detrás de sus murallas.

¿Qué papel juega su manera de entender la arquitectura en relación con la naturaleza?
Nuestro proyecto de Casa Flotanta ganó un premio de arquitectura paisajístico el año pasado. No hubo paisajista, sino que dejamos que el agua, en una topografía empinada, escurriera y así creamos naturaleza debajo de la casa. Tratamos de ser muy livianos sobre el paisaje, que la arquitectura no sea la protagonista sino el medio.
Tu arquitectura parece querer abrirse al exterior, que el entorno penetre en ella y en la vida de las personas.
Sí, antes de diseñarlo preguntamos a los clientes por esos momentos que les dan placer. Esa rutina humana de lavarnos los dientes viendo algo, que en la ducha entre la luz natural, etc. En vez de que nos digan que quieren la casa como en tal revista, les preguntamos cómo quieren sentirse, cómo quieren relacionarse con las demás personas que habitan en el espacio. ¿Qué valores quieren promover? ¿Qué quieren hacer sentir a sus huéspedes? Coreografiamos experiencias y esculpimos la luz. También hacemos uso de materiales no convencionales de manera innovadora.
¿Qué es para ti la sostenibilidad? ¿Consideras que tu arquitectura es sostenible?
La sostenibilidad es más un estilo de vida el cual, permea en cómo vivimos nuestras vidas y en nuestro impacto en este mundo. No creemos en agregar medidas sostenibles como complementos o ‘maquillaje’ a la arquitectura, sino más bien ver esto como una parte intrínseca del diseño y lenguaje de un edificio.
¿Crees que la arquitectura tiene un papel social?
La mayoría del tiempo se nos va hablando con nuestros clientes y amigos de por qué hacemos lo que estamos haciendo. Nos cuestionamos nuestro rol en la sociedad constantemente y caminamos con nuestros clientes tratando de explicar de manera sencilla la funcionalidad o la razón de humanizar las edificaciones. De esta interacción social y psicológica brota la verdadera arquitectura.
¿Qué papel crees que puede jugar la arquitectura en la rehabilitación de áreas como el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá?
Las intervenciones urbanas suelen ser mancomunadas entre lo privado y lo público ya que la ciudad es el ejemplo tangible de la complejidad de nuestras sociedades. La rehabilitación de cascos históricos es algo que vemos más y más en las ciudades latinoamericanas y lo aplaudimos. Creemos que esta rehabilitación debe venir de la mano de una verdadera intención de mejorar la calidad de vida de las personas que ya viven ahí e integrar a todos los estratos de la sociedad. El reto también está en integrar más actividades dentro de las zonas turísticas e históricas de nuestros países para lograr ayudar a los que más lo necesiten.
¿Crees que la forma de diseñar un hospital puede incluso llegar a ser sanador?
He sido parte del equipo de diseño del centro para el cáncer Maggie Center en Londres. Este proyecto ganó el premio al mejor edificio en Inglaterra -Stirling Prize- por cómo se logró traer humanidad y belleza a un espacio que tradicionalmente es estéril y frío. Sí, creo que es relevante.

¿Cómo llegaste a la arquitectura?
Cuando era niño pasé muchas dificultades económicas y fui adoptado por un arquitecto y su esposa. Siempre que volvía a ver a mi mamá biológica soñaba con darle un hogar. En 2009 terminé de construirle su casa. Este proyecto llamado ‘Un bosque para una admiradora de la luna’ ganó en 2010 el premio a la Mejor Casa del Mundo en el World Architecture Festival y ahí se consolidó mi forma de hacer arquitectura.
¿Cuáles han sido tus mayores influencias?
Desde mi padre hasta Richard Rogers. Mi padre me ayudó a ser directo, a simplificar lo complejo. Richard ha sido como un abuelo para mí y de él he aprendido lo que significa enfrentar los problemas globales de nuestras sociedades y cómo ser parte de la solución por medio de nuestra profesión.
¿Cómo concibes los espacios interiores?
El interior está íntimamente ligado con el exterior. El cuerpo humano es la analogía perfecta.
De tus obras, ¿cuál ha supuesto tu mayor reto y de cuál no estás nada orgulloso?
El diseño de la torre tres del World Trade Center en Nueva York fue mi mayor reto pues había que darle iluminación natural a los trabajadores. En lo personal me ha costado el diseño de edificaciones de apartamentos de altura en Shanghai porque las regulaciones son tan estrictas que se hace muy difícil crear una arquitectura basada en el sentido común.