La percepción determina y condiciona tu pensamiento.


¿Es cierto que existe el ojo del artista? ¿Mira un creador de otra manera? Todos diríamos que vemos por nuestros ojos, pero correcto es decir que el cerebro es él que ve. La mayor parte del proceso de visión se produce en él, los ojos son únicamente receptores luminosos y forman parte de la primera fase del proceso de percepción visual. La información pasa después al corte de asociación y se difunde en otras partes del cerebro. En muchos casos llegará al sistema límbico que lo llenara de carga emocional.

La percepción determina y condiciona tu pensamiento. Es decir, el cerebro determina lo que ve, lo que capta y sobre todo lo que guarda o acepta.

Hoy, en gran parte, el hombre de una ciudad civilizada y urbanizada es un servidor del sistema y de las máquinas, porque constantemente tiene que ocuparse del auto, del celular, de la computadora, de esto, lo otro y de lo de más allá. Se pasa el día alimentando cosas y sosteniendo cosas, cuando sencillamente podría vivir mejor y esto se debe a que no se conoce el objetivo de la vida. ¿Cuáles son los fines de la vida? ¿Para qué vivimos? El arte de vivir, no el arte de hacer cosas. Se puede vivir sin hacer muchas cosas, y se puede hacer muchas cosas sin saber vivir. La mayoría de las personas en la calle saben hacer muchas cosas, se mueven todo el día y eso no significa que saben cómo vivir.

Vivimos para realizarnos, para dar de cada uno de nosotros todo lo que podamos dar, porque así tendremos todo lo que podamos recibir. Pero para que esto empiece hace falta libertad. Y para tener libertad, no libertad de expresión, lo que hay que tener es libertad de pensamiento, porque si usted no tiene libertad de pensamiento, da igual que hable o diga lo que quiera.

La belleza no se entiende; se percibe o no se percibe. ¿Por qué me gusta lo que me gusta? ¡No lo sé! Y rara vez tendré que justificarlo con argumentos… al fin y al cabo, se trata de mis gustos. El verdadero reto está en explicar esta belleza a otras personas. Como artista y empresario en la industria de la moda y amante del arte, en cierto sentido me gano la vida revelando la belleza, pero el resto de personas que tiene la oportunidad de trabajar junto a mí admite por principio que el negocio y el arte son bellos, de modo que no tengo que convencer a nadie de nada. Llegan convencidos. El público infantil, por el contrario, es feroz y exige pruebas fehacientes.

Interior del Museo de Arte de Milwaukee.
Créditos: Wikimedia Commons

Recuerdo la expresión de un niño entre los ocho y diez años, en una de las exposiciones en el Milwaukee Art Museum… naturalmente ríe ante la escena y le pregunto: ¿Qué es lo chistoso?, a lo que me responde: “Que está desnudo y todos lo están viendo”. “Alea iacta est” (la suerte está echada)… no hay marcha atrás, es hora de hablar sobre la aceptación social del desnudo artístico y de su censura en la vida real; por más que la Galería esté repleta de esculturas de hombres y mujeres sin ropa, si nosotros nos quitamos la camisa de inmediato vendría un guardia para indicarnos y reprimirnos por la falta.

Hay alguna anécdota al respecto. Primera enseñanza: la moral artística se opone a la moral social y por ello las verdaderas obras de arte suelen tener un perfil subversivo. Segunda enseñanza: el valor alegórico de la desnudez en el arte antiguo permite asociar la belleza del cuerpo a otras virtudes imperecederas como la bondad, la pureza, la honestidad; es decir, lo que dice no es lo que quiere decir el autor. El artista estaba pensando en el triunfalismo de una Florencia, que se había sobrepuesto a la corrupción y al abuso, pero solo se le ocurrió representarlo a través de la excelencia anatómica de este musculoso joven desnudo.

¿Y por qué se le quedan viendo?”, me acorrala el niño. “Pues… porque es bella”, respondo desesperado. Es bella porque es imperfecta, como la torre inclinada de Pisa, que si no se hubiese enchuecado durante su construcción probablemente nadie la visitara. Muchas de las obras que hoy son ejemplos indudables de belleza es en parte por esa imperfección que se vuelve, paradójicamente, modélica.

El poder se asegura de que no tengamos libertad de pensamiento, para eso nos educan desde la infancia, para que pensemos lo que quieren que pensemos. Cuando lo consiguen, nos limitan la libertad de pensamiento, que es realmente la clave para encontrar el verdadero sentido de la vida, que no se resume en ganar dinero para gastos y diversión, no es eso. Es ganar en satisfacción personal, ser fieles y reales con lo que somos.